Honduras. El hambre y la desigualdad de género se entrelazan de
forma crítica, dejando a las mujeres y niñas en una posición de vulnerabilidad extrema,
según el Global Hunger Index 2024. Este informe anual, además de actualizar el
índice del hambre en el mundo, realiza este año un análisis sobre la variable de
género, donde se destaca que la discriminación y la violencia de género están
agravando la inseguridad alimentaria, impidiendo que las mujeres accedan a recursos
básicos como alimentos y tierras. Este informe es elaborado por WHH y Concern
Worldwide y traducido por Ayuda en Acción.
A menos de seis años de la meta de alcanzar el Objetivo de Hambre Cero para
2030, las perspectivas son desalentadoras. Según los datos del GHI 2024, la
puntuación mundial es de 18,3, solo ligeramente inferior a la de 2016, que se situaba
en 18,8. Para el director de Incidencia de Ayuda en Acción, Alberto Casado, esto
refleja una “parálisis en la lucha contra la reducción del hambre”. “Al ritmo actual, el
mundo no alcanzará niveles bajos de hambre hasta el año 2160, lo que supone un
retraso de 130 años respecto a los compromisos internacionales”, valora Casado.
La desigualdad de género juega un papel crucial en la crisis de seguridad alimentaria,
afectando de manera desproporcionada a mujeres y niñas. En algunas regiones, la
brecha de seguridad alimentaria entre hombres y mujeres alcanza hasta 19 puntos
porcentuales, dejando a las mujeres en una situación más vulnerable al hambre. Esta
realidad es aún más crítica en países afectados por conflictos, donde las mujeres que
viven en pobreza, en áreas rurales, con empleos informales o que son refugiadas o
migrantes enfrentan barreras adicionales para acceder a alimentos. Además, el
cambio climático ha exacerbado estas dificultades, afectando principalmente a las
mujeres, quienes son responsables en gran medida del trabajo agrícola y la
alimentación familiar.
“Las sequías, las inundaciones y otros fenómenos meteorológicos extremos obligan a
muchas mujeres a recorrer mayores distancias para obtener agua o alimentos,
incrementando su carga de trabajo y dejándoles menos tiempo para cuidar de su
propia nutrición o la de sus familias”, comenta Pilar Lara, del equipo de Incidencia
de Ayuda en Acción con trayectoria en perspectiva de género, subrayando cómo
las políticas agrícolas y financieras continúan ignorando las profundas desigualdades
de género que perpetúan un ciclo de pobreza y malnutrición.
Ante este panorama, es urgente priorizar a las mujeres en la agenda nacional y
global para avanzar hacia la seguridad alimentaria y la resiliencia climática. “El
hambre global no se resolverá sin abordar la desigualdad de género”, añade Lara.
"Las mujeres no solo son víctimas de esta crisis, sino también agentes esenciales de
cambio en la producción y distribución de alimentos. Su empoderamiento es crucial
para construir sociedades más resilientes frente a las crisis alimentarias”.
Alberto Casado, director de Incidencia de Ayuda en Acción, resalta que las inversiones
públicas deben enfocarse en mejorar el acceso de las mujeres a servicios básicos y
promover una distribución equitativa del trabajo y los recursos dentro de las
comunidades. “Es necesario incorporar el enfoque de género en todos los marcos
legales y programas alimentarios. Sin una inversión significativa en estos sectores, las
mujeres seguirán siendo relegadas a una posición de desventaja, y los esfuerzos por
reducir el hambre serán insuficientes”, insiste Casado.
Finalmente, Pilar Lara enfatiza la importancia de la participación activa de las mujeres
en la formulación de políticas alimentarias. “Empoderar a las mujeres es esencial para
que puedan ser actores clave en la producción y distribución de alimentos”, concluye.
Mujeres que avanzan en la seguridad alimentaria y la resiliencia
climática
Iris Flores: “El cacao, una forma de vida”
En la comunidad de Pimienta, en Wampusirpi, La Mosquitia, Iris Flores y un grupo de
mujeres enfrentaban un gran desafío: no encontraban quién comprara el cacao que
producían. Sin embargo, todo cambió gracias a la Asociación de Productores de
Cacao de Pimienta (APROCAPIM) y al apoyo del programa Prawanka, ejecutado por
Ayuda en Acción y CASM, con fondos de la Agencia Suiza COSUDE. Ahora, su cacao
orgánico tiene mercado tanto a nivel nacional como internacional.
Iris cuenta que los días de compra son muy especiales. A la orilla del río Patuca, ellas
clasifican y pesan el cacao, que venden cada quincena. Con las ganancias, las
productoras pueden cubrir las necesidades de sus hogares y alimentar a sus familias,
haciendo del cacao una fuente de vida y esperanza.
Ver video:
diWKoRuMKJJPsZcR&index=176
Erdita Ferrera: “Ahora no solo sembramos arroz, también frijoles y maíz”
En Ahuás, una región de La Mosquitia hondureña, Erdita ha pasado toda su vida
cultivando arroz. Sin embargo, las malas cosechas a menudo le impedían guardar
suficiente semilla para la siguiente temporada. Esto cambió con el proyecto *Yamni
Iwanka*, promovido por Ayuda en Acción y el Banco Mundial, que les ayudó a crear
bancos de semillas para asegurar sus futuras cosechas.
Ahora, Erdita y su comunidad siembran no solo arroz, sino también frijoles y maíz.
Esto les ha permitido almacenar alimentos y vender lo que les sobra, generando
ingresos para sus familias y asegurando su sustento diario.