La satisfacción de superar retos y alcanzar metas que parecían inalcanzables es una de las experiencias más gratificantes que podemos vivir.
¿Qué es lo que verdaderamente nos caracteriza como humanos? La respuesta a esa pregunta puede variar dependiendo de a quién se la formules. En Hollywood, por ejemplo, se nos ha pintado recurrentemente como seres emocionales y caóticos. Sin embargo, si se persigue un análisis más profundo que englobe diversas teorías filosóficas, religiones, creencias y hechos históricos, se revela una definición más precisa del ser humano: somos entidades definidas por nuestras limitaciones.
En efecto, lo que nos distingue como humanos son nuestros límites. No podemos crecer más allá de lo que nuestra genética nos permite, no podemos prolongar nuestra existencia más allá del lapso determinado por el inexorable reloj de la vida, no podemos subsistir sin oxígeno, sol o descanso, no podemos existir físicamente en dos lugares al mismo tiempo, y no podemos estirar las horas del día más allá de su estándar de veinticuatro. Lejos de considerar estas restricciones como negativas, las interpreto como parte integral de nuestra naturaleza, como la condición que hace que luchar por nuestras metas tenga sentido. ¿Acaso no sería la vida monótona y aburrida si todo se lograra sin esfuerzo? La satisfacción de superar retos y alcanzar metas que parecían inalcanzables es una de las experiencias más gratificantes que podemos vivir.
Y es aquí donde reside la importancia de aprender a decir “no” para lograr nuestros objetivos tanto personales como empresariales. ¿Anhelas que tu startup alcance el éxito? Establece límites. Comienza eligiendo a tu cliente ideal, tu “buyer persona”. He observado que muchos emprendedores, cuando se les pregunta acerca de su cliente objetivo, responden “todos”, un error común producto de un cálculo y conocimiento deficientes. Cada startup y negocio exitoso lo es porque comprende que su capacidad para brindar un servicio excepcional implica centrarse en un segmento de mercado específico.
Además de tener claramente definidos tu TAM, SAM y SOM (mercado total, mercado servible y mercado obtenible), también debemos aprender a decir “no” a multitud de ideas de productos potenciales. De nuevo, entra en juego el concepto de límites. Cuando una startup se lanza, debe concentrarse en resolver un problema específico y hacerlo diez veces mejor que las soluciones ya existentes en el mercado. La meta es construir un producto o servicio que sea mucho más rápido, económico, funcional o atractivo.
Quizá la dificultad más grande al decir “no” reside en el manejo y administración del recurso más limitado que tenemos: nuestro tiempo. El correo electrónico, LinkedIn y WhatsApp nos bombardean con invitaciones a llamadas, reuniones, eventos, actividades y más. ¿Pero es que acaso esta avalancha de actividades nos acerca verdaderamente a nuestro objetivo, o simplemente son nuestros infructuosos intentos por mantener todas las puertas abiertas?
Sin duda, decir “no” es desafiante y tiene un costo, conocido como “costo de oportunidad”, pero si estás convencido de que tu startup, tu sueño o tu emprendimiento es verdaderamente tu pasión y propósito de vida, ese costo será una inversión que valdrá la pena.
Por Jose Kont Invitado Forbes