La tasa baja de desempleo, venta de automóviles y el flujo de remesas han ayudado a balancear la economía del país norteamericano.
La economía mexicana marcha con una velocidad menor, pero todavía con muchos elementos favorables. Después de conocer el IGAE de marzo, con un crecimiento de 2.7 por ciento anual, y el PIB al primer trimestre, que creció a 3.7 por ciento anual.
Con el indicador oportuno, el IBAM, se estima que el IGAE de abril habrá crecido en 1.5 por ciento anual, y la producción industrial aumentó en 1.0 por ciento anual.
El primer aspecto es lo que muestra el mercado laboral. En el informe trimestral de empleo del INEGI se observó que la tasa de desempleo ha bajado por diez trimestres consecutivos y para enero-marzo de 2023 cayó a un mínimo récord histórico desde 2005 cuando empezaron a publicarse estos registros.
La tasa de desempleo descendió a 2.7 por ciento en el 1T-2023 desde 3.0 por ciento del 4T-2022, lo que puede considerarse “pleno empleo”.
Para abril, las cifras desestacionalizadas del INEGI informaron que la tasa de desempleo avanzó a 2.83 por ciento de la PEA; no obstante, la tasa fue menor al 3.03 por ciento registrado en abril de un año antes.
La población ocupada acumuló en el cuarto mes del año 58.9 millones de individuos, 1.24 millones más que un año antes. En abril, la proporción de la PEA que declaró tener necesidad y disponibilidad de ofertar más mano de obra de las que su ocupación le permite, (subocupados) subió a 8.1 por ciento desde 7.2 por ciento de un mes antes.
En el lado fiscal las cifras de abril sorprendieron con un incremento de 25 por ciento anual en la recaudación total y un 32 por ciento en el ISR.
Todos estos aspectos se reflejan en las revisiones al alza en las expectativas de crecimiento de los analistas del sector privado, que la última encuesta del Banco de México tienen un consenso de 2.0 por ciento para el PIB de este año.