Una quinta parte de las pequeñas y medianas empresas (pymes) en Centroamérica pertenecen a mujeres en la actualidad, es decir más de 63,000 negocios.

Facilitar su acceso a servicios financieros permitiría generar más empleos, promover el crecimiento económico y beneficiar a la industria financiera, concluye un estudio de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por su sigla en inglés), una institución que forma parte del Grupo Banco Mundial.

El potencial de crecimiento este segmento empresarial es relevante si se considera que entre 2012 y 2019, las mujeres incrementaron en un 22% su participación en la población económicamente activa (PEA), mientras que los hombres lo hicieron en un 8%, «una tendencia que se va a mantener», destaca el estudio.

Una pyme que es propiedad de una mujer tiene, en promedio, más del doble de mujeres empleadas versus una pyme propiedad de un hombre, indica otro de los hallazgos.

Un 95% de las mujeres encuestadas se ven a sí mismas como persistentes, resilientes y capaces de enfrentar cualquier obstáculo.

Por otra parte, ellas invierten en garantizar la estabilidad familiar: 61% considera las emergencias familiares como el principal motivo de ahorro y un 40% prioriza la inversión de ahorros en su negocio.

«En 2019, identificamos una brecha de acceso a financiamiento muy importante en toda la región latinoamericana y, en particular, nos interesó entender más la situación en Centroamérica y República Dominicana», comentó José Etchegoyen, especialista en Finanzas de Género del Grupo de Instituciones Financieras de IFC.

La institución realizó el estudio durante la pandemia, por medio de grupos focales y entrevistas a mujeres emprendedoras, empleadas, hombres en relación de dependencia y emprendedores, con el fin de identificar las brechas de acceso a financiamiento. «El objetivo del estudio es caracterizar a la mujer emprendedora centroamericana y mujer empleada centroamericana, identificar cuáles son sus necesidades y desafíos», explicó Etchegoyen.

Obstáculos

El estudio identificó que entre las barreras de acceso que enfrentan las pequeñas y medianas empresas centroamericanas están los altos costos, procesos engorrosos, requisitos excesivos y falta de información.

Unas de las coincidencias encontradas en los países participantes fue la necesidad de que los requisitos para abrir una cuenta o adquirir un crédito sean alcanzables para el empresariado.

«La queja más común era la burocracia: demasiado papeleo, demasiados requisitos, algo en lo cual las entidades podían trabajar para simplificar los procesos», apuntó el especialista.

Lo anterior está muy ligado a la digitalización, porque hasta antes de la pandemia, la banca pyme funcionaba «con el papel»; pero después se permitió presentar los documentos de manera remota.

Etchegoyen, además, recalcó que en el trabajo con las mipymes lideradas por mujeres no solo es importante el crédito, sino también que se les proporcione apoyo en acceso a información, entrenamiento y acceso a mercados.

«No se trata solamente, de nuevo, de darle un dinero para crecer el negocio sino apoyarla para que ese negocio crezca de manera solida, de manera más ordenada», subrayó el especialista.

De ahí que el acompañamiento de los bancos y sus ejecutivos es muy relevante. «Si el ejecutivo de negocios puede ayudar a entender las finanzas y la contabilidad del negocio, eso también es muy valorado», acotó.

«La mujer es mejor pagadora que el hombre y eso hay que reconocerlo con mejores términos y eso lo vemos en todos los mercados en donde actuamos y en todos los segmentos; nuestros servicios están alineados a eso, a que la mujer es un cliente al que hay que entender y ofrecerle productos que se adapten a esas necesidades especiales que tienen», ahondó.

El estudio determinó que la demanda de crédito para las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) en Centroamérica asciende a $5,147.7 millones.