El grupo terrorista palestino Hamas, que gobierna de facto la Franja de Gaza, celebró la decisión del Gobierno de Bolivia de romper relaciones diplomáticas con “la potencia ocupante”, en referencia a Israel.
“Elogiamos mucho la valiente postura adoptada por el Gobierno boliviano de cortar relaciones con la entidad sionista, que se produjo en respuesta a la agresión fascista israelí y a las atroces masacres cometidas cada minuto contra nuestro pueblo en la ya bloqueada Franja de Gaza”, señaló un comunicado del grupo palestino.
“Renovamos nuestro llamamiento a los países árabes e islámicos, que han normalizado sus vínculos con el llamado Israel, para que sigan los pasos de Bolivia y rompan todas las relaciones con esta entidad viciosa”, indicó Hamas.
Análisis
Sin embargo, esta sería tan sólo la fachada de la noticia ya que, por detrás, existe una serie de argumentos políticos que motivaron a los gobernantes a tomar la decisión.
La opinión de Hugo Acha
—¿Cree que al igual que Hezbollah y otros actores terroristas, el anuncio de Bolivia se da, a su vez, como una muestra de apoyo al régimen de Irán, en un momento en el que Israel intensifica las ofensivas contra Hamas?
—No me cabe duda pero es parte de una estrategia bien analizada, como explicaba antes. Más que consideraciones de tipo ético, político o humanitario, el gatillo es la adopción de una ley sumamente dura. Se trata de darle una cobertura discursiva, legal, darle una legitimación desde el punto de vista de la percepción pública.
—Es decir que, a menos que se produzca un cambio ideológico en el gobierno, esta decisión ¿podría durar 10 años, como ocurrió en la última ruptura?
—Sí. En este momento en el que poder real de Bolivia lo tiene la organización cocalera, y cuando la economía del país está literalmente adicta al flujo de ese dinero que le permite zafar de situaciones como brechas fiscales o carencias de presupuesto, solamente un cambio con un retorno a la democracia y a un gobierno no vinculado a actividades ilícitas Bolivia abandonará esta posición.
—En tanto eso ocurre, ¿se puede esperar mayor cooperación con Teherán?
—Claro. Por lo menos hasta 2019, la Embajada de Irán con mayor cantidad de personal efectivo presente en la región estaba en La Paz; si la memoria no me engaña eran 360 o 370 diplomáticos acreditados. Por cierto, cuando llegaron, la balanza comercial entre los dos países alcanzaba apenas los 6 millones de dólares. No hay explicación lógica para tener más de 300 diplomáticos acreditados en la embajada de un país donde su balanza comercial no alcanza ni para justificar la planilla de pagos.
—La Canciller interina convocó a los “países hermanos” a “producir una acción colectiva” y “evitar un “genocidio” ¿Cree que otras naciones de la región podrían sumarse a la decisión de Bolivia?
—Desde el punto de vista discursivo, siempre digo que a Bolivia lo controla una organización y no tanto un partido político. Entonces, no me cabe duda que muchos países, desde lo discursivo, filosófico o ideológico, van a verse tentados a seguir esto porque está diseñado para que ello suceda. Pero aquí quiero hacerle una salvedad. Esto no se trata de una cuestión entre palestinos e israelíes sino que se suma este fenómeno internacional que yo llamo La Guerra Infinita, una combinación de los ciclos de lo ilícito, la inestabilidad social, y los actores estatales, paraestatales y grupos terroristas que se benefician de este ciclo ilegal.
—Hace unos meses, Bolivia e Irán firmaron un pacto militar que, para muchos, podría preparar la región para actos de terrorismo o fomentar este tipo de acciones. ¿Cómo evalúa hoy ese acuerdo?
—Recordemos que cuando se inauguró la denominada escuela del ALBA, una academia militar en Bolivia, estuvo presente en aquel acto un alto jerarca de Quds -las Fuerzas Especiales de la Guardia Revolucionaria de Irán- directamente vinculado a los atentados de la AMIA en Argentina. Hoy día, su sucesor Esmail Qaani está en El Líbano coordinando las acciones de Hezbollah en contra de Estados Unidos. Entonces la profundización de esta situación tiene como trasfondo la intención declarada de Irán de ser un actor global que ocasione -por medio de “La Guerra Infinita”- la inestabilidad y la mayor cantidad de conflictos posibles para complicar la ecuación geopolítica de los Estados Unidos. Así que a partir de esto podríamos ver un refuerzo de la presencia de Irán, sus servicios de Inteligencia, su rama paramilitar y hasta Hamas y Hezbollah, que ya de por sí son significativas, tanto en la zona de la triple frontera, en el Arco Andino y en Centroamérica. Esa posibilidad siempre ha cabido.